Mismo camino, distintas metas. (reservado)

Andrei miro su torso descubierto y prestó especial atención en la su herida –tu hermana no sabe rendirse verdad Santi- dijo con un tono burlón –es una lástima que tenga que mostrárselo de una forma tan violenta-

Tras de Andrei yacía el cuerpo desangrado de una gacela, aun estaba con vida pero cada segundo que pasaba se acercaba mas y mas a una muerte agonizante. La poca ventaja que había ganado a sus perseguidores basto para que atrapara al animal y beber la suficiente sangre para recuperar la mayoría de sus fuerzas.

-el sufrimiento es inherente a la vida, mira a este animal, el sabe que morirá y aun asi se aferra a la vida a pesar que eso le causa sufrimiento- se alejo unos pasos del animal moribundo y con el pie lanzo una piedra enorme a victoria, ella la esquivo y cuando levanto la vista para enfrentar a su atacante este ya estaba frente a ella, la golpeo con tal fuerza que salió disparada unos cuantos metros, Andrei giro hacia Santiago que aun esta débil y con un rápido movimiento se coloco tras él y lo tomo por el cuello. Victoria ni siquiera toco el piso – solo basta un ligero movimiento de muñeca y el cuello de Santiago estará roto- dijo Andrei con tanta seguridad que parecía burlarse de victoria.

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Una voltereta en el aire después del tremendo empujon y poso sus pies sobre la hierba tan gracilmente como si lo hubiera planeado.

Pero la caída perfecta no representaba nada. Nada porque su hermano era ahora la presa.

"Debí evitar que viniera aquí, esta débil.... maldita sea!"

Desenfundo su espada tan pronto cayo al suelo mientras veia a Andrei tomar amenazadoramente el cuello de Santiago. Y erea evidente que se burlaba. Se burlaba de ella, de Santiago, del apellido Biachentto. Maldito orgullo, cuando lo atacaban hacía cosas peligrosas...

-Ey! Andrei! -le grito la chica enfadada, pero con una sonrisa de satisfacción - ¿sabes lo que es inherente a los vampiros? -con maestría deslizo diagonalmente su espada sobre su antrebrazo izquierdo - SANGREEEEE!!

La sangre fluyó a borbotones de Victoria, que sintió como comenzaba sentirse flotando por la debilidad, pero pesada por el enojo que le producia aquel vampiro.

Un segundo de distración. Era lo que había logrado. Era suficiente