Cuidado hermanita [Reservado]

Una tarde normal. Con gente normal. En un sitio normal. Todo normal.
Salía de una famosa tienda de ropa, me había comprado unos tejanos y un chaleco que me quedaba bastante bien. Arranqué la etiqueta y me lo puse sobre la camisa que llebaba de antes.
Caminé hacia la salida, cuando me pareció ver a Sophia, mi madre. Pero era imposible, ella si que estaba muerta, si que había sido asesinada por Logan. Me acerqué a ella por detrás y su olor me recordó a... Megan.
Mi pequeña Megan.
A una gran velocidad me coloqué frente a ella y agarré sus muñecas. Probablemente era una buena cazavampiros, y no quería morir de nuevo.

Noté como alguien me seguía. Seguí caminando, a la misma velocidad, pero automaticamente metí la mano en el bolso, cogiendo una catana, pero sin sacarla. Sólo precaución, como solía decir mi abuelo.

No me paré, dejando detrás de mí la tienda que quería visitar. La mayoría de tiendas estaban regentadas por vampiros, pero por el negocio y para evitar que les cortara la cabeza, me dejeban comprar.

Oí dos pasos detrás de mí y noté como me cogían de las muñecas, arrastrando una catana con ellas. El cuchillo estaba a unos pocos centímetros del vampiro. Le miré directamente a sus ojos claros, eran familiares. La cara del vampiro me sonaba, pero no sabía por qué. En mi vida había visto muchos vampiros, demasiados, pero no lo recordaba. Todos los vampiros con lo que me había enfrontado habían muerto, sin excepciones.

-Si me sueltas no te corto el cuello -solté seria mientras movía la catana acercándola a su cuello. No tenía intención de dejarle ganarme, era él o yo.

Observé su rostro. Si, se parecía a mamá. Tenía las mismas facciones, y esos ojos eran de la abuela. La observé de arriba abajo y mis ganas de secar sus venas se desvanecieron.
Reí ante su broma- si, claro... una cazavampiros como tu no se rinde tan facilmente, Megan -pero aún así solté sus muñecas y por simple precaución agarré la catana por la parte de arriba.
No sabía si se había vuelto una sanguinaria, y si querría matar a su hermano.

Me asusté cuando el vampiro pronunció mi nombre. ¿Cómo era posible que lo supiera? ¿Me conocía?

-Suéltame ahora mismo si no quieres morir -susurré -Como si pudieras morir -añadí. El vampiro me había quitado la catana y aunque tuviera la otra en el bolso, junto con la pistola y una daga en la pierna, estaba lista para que se diera un banquete conmigo.

-¿Pensado en que grupo sanguíneo soy? -pregunté, sabiendo que era O-, el grupo universal -¿Eres alérgico a alguno?

Si iba a morir, prefería hacerlo con la cabeza alta y con el orgullo delante.

Esta chica era tonta. ¿No se defendía? ¿No le preocupaba tener a un vampiro delante con ansia de sangre y una catana en la mano? Parecía que no. Era valiente, y era una característica eredada de mi padre y mi abuelo. Si era Megan, claro.

- No pienso matarte -jugué con la catana- y parece que tu a mi tampoco me quieres matar, sinó ya lo habrías echo -le sonreí- eres una chica valiente y seguro que sonriente muy hermosa -acaricié su rostro- no me equiboco con el nombre, ¿A que no?

Dejé la catana en sus manos de nuevo.

El vampiro estaba loco. Me devolvió la catana. Loco de remate, le faltaba algo en la cabeza como para devolverme el arma con que matarle.

-Si quieres, puedes llamarme Megan -sonreí empuñando el arma -Sally también es bonito, aunque Lucy también -jugué con la catana en mis manos, haciendo cosas estilo Kung-Fu, adoraba que mi abuelo me hubiera enseñado a hacerlo antes de morir -¿Últimas palbras?

Me abalancé hacia el vampiro y puse la catana en su cuello frío. Siempre me había gustado oír las últimas palabras de un vampiro, me hacía sentir mejor. Era extraño, mi abuelo nunca aprovó que matara a un vampiro hasta que cumplí los diecisiete, unos meses antes de que muriera. Él era tan efectivo que los vampiros no tenían tiempo ni a pedir ayuda, yo era más... vengativa.

Megan se avalanzó sobre mí, y colocó su catana en mi valioso cuello.
Aparté su rubio cabello y lo puse detrás de su oreja- Muy bien, Megan, Sally o Lucy... mis últimas palabras serán una pregunta, quiero que la respondas, y despúes si todabía quieres matarme... te lo impediré -estaba convencido de que era mi hermana, Megan, Megan, Megan. Si, era ella. No podría olvidar su caracter, su voz, sus ojos, su cabello... era ella. Sin dudas.
- ¿Matarías a Daniel Rivers? -fijé mi mirada en la suya.

Off: esto esta bueno, lo seguire de cerca xD

Le miré unos segundo, preguntandome de qué sabía el nombre de mi hermano. Él había muerto nueve años atros, el día de mi décimo cumpleaños, cuando nos atacaron por segunda vez, destruyendo nuestras vidas.

-No -contesté -Porque Daniel Rivers ya está muerto.

Nunca encontramos el cadaver de mi hermano, ya que pensamos que lo habrían destrozado para beber su sangre. Teorías de mi abuelo, cosas que no había compartido conmigo hasta que había cumplido los dieciseis, hacía cuatro.

-Daniel Rivers estaría contento de verte muerto -comenté sonriendo, recordando las muchas historias que habíamos planeado mi hermano y yo, sobre como seríamos unos grandes cazadores... todo ahora recuerdos.

Off: =O te matarias a ti mismo Dan? xDDD haha ia me dejo de meter en su telenovela, china mexicana colombiana y demases xD

- ¿Tu crees? Si Dan está muerto creo que no debería estar aquí -me safé de su catana y empecé a caminar hacia la salida- adiós hermanita, creo que estoy muerto y soy un espiritu, vuelvo a mi tumba -me despedí con la mano y puse el oído para ver que hacía.

Me quedé en silencio. No dije nada de nada. El vampiro, que resultaba que era mi hermano muerto, sí... ese que mataron en día de mi cumpleaños. Se levantó y se fue caminando, dejándome allí tirada en el suelo. Estaba demasiado sorprendida, rabiosa, en blanco como para reaccionar.

Todo podía ser una estrategia para matarme, pero nadie sabía la existencia de mi hermano... solo el vampiro de Alaska, pero no lo habría explicado a nadie. Me giré y le seguí con la mirada, sin decir nada.

Al ver que no reaccionaba me giré para mirarla- ¿No vas a decirme ni un adiós? Hace nueve años que no me ves y ni te alegras, eres mala Megan -la última frase la solía decir cuando planeaba cosas tan perversas que me asombraba.
Al ver que ella aún se encontraba en un gran estado de shock, decidí actuar rápido y abrazarle con fuerza, soltarla y sonreirle cálidamente- hermanita, no me tengas miedo, soy yo, Dan... -tenía que contarle muchas cosas, incluida mi transformación. Si lograba salir del shock...

Dan, Danny, Danielín, D, Da... mi hermano, estaba vivo. Vivo, a su manera. Yo le vi, yo le vi caer... yo le morir. Le vi cerrar los ojos antes de que mi abuelo saliera corriendo arrastrandome.

-Dan está muerto -aseguré mientras unas lágrimas salían de mis ojos y me soltaba de ese abrazo. Sus ojos me seguían mirando con ternura, cosa que no quería. Él no podía ser Dan, no podía. Era imposible, no quería que mi hermano fuera un vampiro. No, una de mis pesadillas se hacía realidad.

- Si, el Dan que tu conocías está muerto, pero yo no, yo estoy... -no estaba vivo, y tampoco muerto- aquí.
Me levanté, parecía que no quería saber nada de mí, se había cegado con la idea, y eso era un shock bastante fuerte, la noticia impactaba. Suspiré y volví a agacharme- cuando quieras saber que pasó, buscame -del bolsillo del pantalón saqué una tarjetita de ''Guns Rivers'' que solía tener preparada para momentos especiales, como este, quizá. Sequé sus lágrimas con el pulgar mientras dejaba la tarjeta bajo su mano.