Has llegado (cerrado)

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Se estaba haciendo algo tarde y eso ponía un poco nerviosa a Victoria. No era común que su hermanito llegara tarde, y por supuesto, ese cambio en lo obvio la ponia mal.

El pie bailando, el dedo índice en la comisura de la boca, la mirada perdida en la puerta.

No llegaba.

Santiago Biachentto, su hermano mayor, le había llamado avisandole que llegaba esa noche ala ciudad, citandola en uno de los bares humanos más poco frecuentados (incluso se decía que algunos vampiros pasaban por ahí) después de haber salido de "viaje", sin decirle a donde ni que haría aunque bien se daba una idea de que se trataba: vampiros. No le molestaba mucho que Santiago hiciera lo que hacía, la verdad no pensaba mucho en eso, pero si se quedaba algo enfadada por el hecho de que no la llevaba con él. Le gustaba el peligro pero a Santiago no estaba para nada de acuerdo con eso.

Apoyo su mano en la mesa y se levanto para ir a la barra y pedir algo. No era muy aprensiva que digamos, pero necesitaba algo que hacer o si no acabaría comiendose la mano.

- Una soda por favor -pidio algo distraida.

-Una soda? Sigues pidiendo sodas con 20 años? -le preguntó una voz a la que conocia muy bien.

Santiago había estado observando desde la ultima mesa del bar a su hermanita quien como de costumbre llego puntual a la cita, pero no quería dejar que esta lo viera, así que decidió permanecer sentado y esperar a que se diera cuenta de su presencia por si sola. Después de un largo rato sin obtener respuesta quiso ponerle fin ala pequeña tortura de su hermanita.

Se levanto camino en su dirección y parándose justo detrás de ella la cuestiono sobre su trago, lo cual savia que la irritaría un poco, pero esperaba ver su reacción, ¿qué seria más fuerte, la alegría de verlo o la pequeña frase irritante?

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Apreto el puño en el instante en que escucho la voz de su hermano.

-Santiago! -exclamó la chica -llegaste! llegaste~!! -dijo emocionada mientras le abrazaba. Justo después dijo: - ¿y a ti que te importa que rayos este tomando? -lo golpeo con una palmada fuerte en la cabeza -deja mis sodas en paz. Además, si hubieras llegado a tiempo seguramente me habrías pedido un tequila o lo que sea que te gusta tomar a tí, es-tu-cul-pa~

Era imposible para Victoria enojarse por más de un segundo con su hermano. Santiago estaba parado ahí, entero, y era lo que le importaba. Dios sabe cuando tiempo tenía fuera de de la ciudad, probablemente de Italia y...

Sacudió la cabeza para despejarse; otra vez estaba pensando como una mamá preocupada. Giagh!

-Eres un tonto, como te atreves a llegar tarde? Imposible en ti Sr. Biachentto, me preocupaste! -dijo haciendo un pequeño puchero teatral -cuentame como te fue? Algún lindo vampiro digno de mención? -le preguntó como quien no quiere la cosa, vengando su inocente trago de soda con la mención de los vampiros a Santiago.

Victoria se volvio a sentar en el banquillo de la barra y dio un sorbito a su soda, inocente al esperar la respuesta de su hermano. Cruzó las piernas y se desabrocho el abrigo, poniendose comoda.

-También me da gusto verte- dijo inclinando ligeramente la cabeza sin perder el contacto directo con los ojos de su hermana, con un pequeño tono de sarcasmo en su voz, ese comentario no era de su agrado pero savia que lo avía ganado apulso.

-Estas bien – dijo mas como suplica que como pregunta.

- ha sido mucho tiempo sin estar en contacto, las cosas se han complicado y ya no es seguro que andes por ahí sola- inclino su cuerpo y dirigió su mirada hacia la antigua espada que cargaba su herma.

-Veo que aun sigues cargando esa arma medieval, sabes que no me gusta que tientes a la suerte así, te he traído un regalo- de una de las bolsas de su abrigo saco una pequeña caja negra, levanto su mirada y observo que en la cara de su hermana se dibujaba una sonrisa acompañada de un gesto de sorpresa, duda e impaciencia.

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Victoria pudo ver como se tensaba su hermano al momento de mencionarle a los vampiros. Ahh... a sí era él, y así era ella, pues se los seguiría mencionando mientras tuviera ganas ¿quien los podía comprender?

- Estoy bien hermanito - sonrio para restarle importancia al tema de su seguridad -para tu buena suerte no he tenido nada interesante que hacer desde que te fuiste, más bien, no he tenido "contacto" interesante, y no llames medieval a mi espada, sabes bien que es tan efectiva como cualquier arma, siempre y cuando quien la use lo haga bien -dijo con con un tono complacido mientras se terminaba su soda y terminaba por quitarse el abrigo, por alguna razón se estaba tensando un poco. Miro hacia la puerta. Nada. Hacia las mesas. Nada - pero da igual -contino-, muestrame lo que me trajiste, regresas de viaje y me traes un regalo? Me gustaría saber que hiciste jajaja...

Es algo especia y me ayudara a estar mas tranquilo con el asunto de tu seguridad- tomo la cajita y la abrió. En su interior avían un par de lentes de contacto. Victoria no pudo ocultar el rostro de desilusión al verlos, por un lado esperaba otra cosa, algo menos útil que pudiera usar y solo se viera lindo. Y por otro lado le encantaba el color de sus ojos y no quería ocultarlos con lentes de contacto.

-No son simples lentes- dijo Santiago adivinando lo que pasava por la mente de su hermana- de hecho solo he conseguido hacer dos pares, y son muy útiles. detectan cualquier movimiento anormal en el entorno, lector térmico, te permiten hacer zoom de hasta 40 veces el tamaño real de las cosas. Y envían una señal de video donde tu elijas además cambian al color que tu elijas. Pruébatelos.-

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Tan infantil como podía llegar a ser, Victoria primero sintio algo de desilución al ver los contactos. Un dulce le era más útil! Amaba los dulces. Pero su reacción se transformo completamente cuando escucho la explicación de su hermano. Típico en ella, y típico en él en anticiparse a sus reacciones.

-Sensor de movimiento?! Zoom!? GENIAL! -alzo la voz en un chillido emocionado -es increíble! Cuando hiciste eso? Porque no me dejaste participar? Un momento, hace unos meses estuve trabajando en un estudio de lecturas termicas del ambiente aplicados al globor ocular humano. Oh! cuanto te quiero! Le pusiste utilidad a mis estudios! -se levanto del banquillo y dio pequeños aplausos emocionados mientras, no sin antes tropezarse un poco, lo abrazo tumbandolo por poco de su asiento.

Rápidamente se puso las lentillas, sonriendo como una niña con un juguete nuevo, y cerró los ojos un momento.

-Listo -dijo con los ojos aún cerrados- ahora veamos como funciona mi hermoso regalo.

Abrio los ojos, enfocando lo primero que encontro frente a ella: su hermano. Se le veía podía ver como el lector térmico funcionaba de maravilla, mostrando el calor dentro del cuerpo de Santiago; se sintio orgullosa. El zoom era lo que más ansiaba probar, sería tan divertido enfocar y desenfocar las cosas, se verían tan graciosas enormes como elefantes y pequeñitas como hormigas. Descubrió que necesitaba solo concentrar la órden en su mente para que las lentillas tuvieran la funcionalidad deseada, seguramente incluia conexiones nerviosas directo al ojo... Hizo zoom sobre el rostro de su hermano, quien sonreia al verla.

Santiago parecia taaaaan cansado mirado de cerca, tan... infeliz. Victoria quiso llorar en ese momento, pero se limito a acercarte lentamente a su hermano y envolverlo en un abrazo profundo.

- Gracias hermano -le dijo dandole un beso en la mejilla -son, ejem, increíbles -concluyó , pues Santiago no era tan sentimental como ella, no quería molestarlo -Creo que definitivamente estaré mejor protegida con esto, tal vez así pueda evitar chocar contra las puertas de vidrio y esas cosas que se atraviesan en mi camino jeje. Per mi espada se queda!

La imagen alegre y apacible de su hermana le proporcionaba un sentimiento de nostalgia y alegría al mismo tiempo que lo tranquilizaba por dentro. Estaba sumamente cansado pero nada en ese momento era suficientemente fuerte para alejarse de su hermana.

-déjame invitarte algo que en verdad valga la pena- se inclino a la barra y ordeno un par de tragos- espero aun tengas un espacio en tu casa departamento o lo que sea donde pases las noches, tengo planeado permanecer un tiempo contigo, si no te molesta- acomodo un banco y se sentó, a pesar que Santiago se esforzó mucho por disimular la dificultad con que tomaba asiento savia que victoria pronto lo notaria, las piernas le dolían y tenía una nueva herida, que se convertiría en una más de su colección de cicatrices, y que le causaba mucho malestar, así que decidió tomar la iniciativa y tratar de explicarle el por que de su dolencia

-Tuve un pequeño accidente antes de llegar a Italia nada de que alarmarse- tomo el tarro que que les dejo el cantinero y espero expectante que la respuesta que acavaba de dar fuera suficiente para su hermana, aunq savia de antemano que no lo seria.

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Lo había notado en cuanto poso sus ojos en Santiago: estaba lastimado. Le dolia tanto verlo así, pero era una perdida de tiempo la mayoría de las veces si ponía con ese tema ya que él acabaría molestandose diciendo que no tenía nada y que no se preocupara.

Victoria se mordio el labio inferior levemente y suspiró, dejando caer los hombros.

- Nunca es nada por lo que alarmarse, pero aún así no puedes ni sentarte bien, y tu rostro esta tan dolido... Porque me haces esto? Porque me sigues pidiendo que no me preocupe por ti, si eres mi hermano? Es egoísta Santiago, porque tú sí puedes preocuparte por mi -el cantinero le sirvio su trago. Un líquido oscuro se mecia en el tarro y Victoria lo ignoro en seguida -Y la verdad me ofende un poco el que pidas que te deje quedarte en casa, NUESTRA casa, aunque no vivas ahí desde hace tanto. Siempre que quieras pudes regresar, quedarte cuanto quieras, destruirla si quieres, así tal vez tenga algo interesante que recordar de nuevo con tigo.

La chica trazó con su dedó indíce el contorno de la cima del tarro, apoyando su menton en la mano libre sobre la barra y conteniendo más palabras de reproche. Sabía que no podía retener a Santiago, él era libre de ir y venir si lo deseaba, y en buena parte lo hacía por ella y nadie más que por ella. Pero al mismo tiempo lo culpaba por dejarla ahí en Italia, que apesar de ser su hogar, porque estaba dispuesta a ir a donde sea si Santiago la llevaba con él. Pero se había resignado hacía mucho.

- Me vas a decir que te paso o quieres que lo averigüe yo cuando te revise y te cure -le dijo en un tono aburrido, casi indiferente a su hermano. Si quería no ponerse a gritar y llorar tenía que adoptar esa actitud, tan típica de ella.

-Señor, que se supone que es esto? -le preguntó distraída al cantinero, cuestionandole sobre su trago...

Santiago permaneció con la mirada fija en el suelo, absorto en su pelea interna, no toleraba que su hermana sufriera y mucho menos que fuera por su culpa. No savia que decir, hacia mucho que le ocultaba cosas a su hermana por su seguridad pero savia que ella tenía razón, no era justo pedir confianza sin ofrecerla.

-cuando estuve en España tuve problemas con algunas personas peligrosas vi cosas que no debía de ver y tome cosas que no debí tomar. Estuve obligado a salir huyendo pero me persiguieron y atacaron, apenas pude escapar. Me tomo un tiempo regresar aquí porque primero tenía que estar seguro de que los había perdido. No preguntes que es porque no quiero mentirte, solo te pido que tengas paciencia te explicare todo e incluso necesitare tu ayuda, pero antes tengo que hacer algo.-

Mientras terminaba de hablar una figura atravesó la puerta del bar, parecía familiar pero Santiago no pudo reconocerla.

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El discurso atropellado de Santiago la dejó algo sorpendida. Aunque la mayor parte ya lo había suponido, le sorpendía lo exacto que habían sido sus supociciones. No, más bien les asustaba.

-Ahhh... -suspiro resignada después de sorber algo de su trago y hacer una mueca de disgusto -yo, bueno, la mayor parte del tiempo supongo lo que estas haciendo, pero es tan aterrador que me lo corrobores... Fuiste sincero, así que te lo debo -comenzo a jugar con un mechón de su lacio cabello, algo nerviosa, algo envalentonada -dejé Italia hace 2 meses, solo por una semana, estaba... estaba siguiendo a una pequeña vampiresa que aperantaba solo 5 años, era tan triste verla por ahí sola -nego con la cabeza, inmersa en su propia historia y sin notar la expresión casi horrorizada de su hermano. Se suponía que no debía salir del país cuando él no estuviera, por su protección. - La niña era extraordinaria, no necesitaba de nadie para sobrevivir, pero estaba sola y eso no es bueno para nadie. La última vez que la vi estaba llorando y justo después de eso: desapareció, así! frente a mis ojos! Eh estado trantando de investigar que fue lo que le paso, si es una de las habilidades que poseen, pero me sentí algo culpable y regrese a Italia.

Una sonrisa de alivio cruzó por su cara y se relajo un poco.

-Listo, ya te lo dije. Uf, no sabes como me agobiaba, no te enojes hermanito, pero paso un día que estaba extremadamente aburrida, que más podia hacer? -dijó como si fuera lo más obvio del mundo.

Aún traía las lentillas puestas, pero no estavan activadas. El bar estaba casí vació. Victoria tomo la mano de su hermano y la apretó fuertemente como declarando, pese a cualquier cosa, que todo estaba bien.

-Quieres quedarte un poco más? O quieres ir a casa, Sr. Biachentto

Suspiro profundamente y trato de contener las ganas de reprender a su hermana, conocía su lado benevolente y savia que fuese quien fuese ella ayudaría a quien lo necesitara, pero eso no apasiguaba su instinto protector, estaba consciente que ya no era una niña y le gustara o no tenía que respetar sus decisiones

-sabes que no estoy deacuerdo con esa clase de aventuras y compañias, pero tú sabes lo que haces y confió que puedes controlar cualquier percance.-

Tomo el vaso de la barra y de un solo trago bebió su contenido sin que le afectara en lomas minimo su alto contenido de alcohol, lo regreso a su lugar y volvió a mirar a victoria

-de acuerdo vallamos de aquí tengo que descansar un poco- dijo con vos de resignacion, se levanto de la silla y camino junto a su herma hacia la entrada del bar, caminaron un poco y dieron vuelta en una esquina, hay estaba estacionado un Ford mustang modelo 85, muy antiguo para esa época pero modificado para soportar el uso rudo.

-te gusta mi nueva adquisición?- pregunto con un tono de orgullo al mismo tiempo que ponía sus manos sobre el auto, y miro aquel vehículo como un artista que contempla su obra maestra terminada.- es una verdadera reliquia no tienes idea el trabajo que me costó conseguirlo y arreglarlo.- Pero sube por favor, sigue contándome acerca de la niña es muy extraño ver a una pequeña vampiresa-